En el punto de partida by Noe Casado

En el punto de partida by Noe Casado

autor:Noe Casado [Casado, Noe]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-10-11T00:00:00+00:00


19.20, HORA DE NUEVA ZELANDA

SÁBADO, 6 DE JUNIO DE 2020

09.20, HORA DE ESPAÑA

DORMITORIO DE JEREMIAH

AUBREY ROAD

WANAKA (NUEVA ZELANDA)

Cris

La cara de pillo de Jeremiah tras cerrar la puerta de su antiguo dormitorio es un poco antierótica. Y la decoración típica ya ni digamos.

—El primero de la clase en todo, ¿eh? —digo señalando las medallas y diplomas que hay en las paredes.

—Me esforzaba, sí —admite, y se acerca despacio.

Yo permanezco junto a la cama a la espera. A él le gusta llevar la iniciativa y cuando soy yo quien empieza se descoloca un poco.

—Me encanta esa cara de malote que has puesto —musito, y me subo la falda para mostrarle los muslos e incitarlo lo justo.

Jeremiah, que jamás será un malote, me rodea la cintura con un brazo al tiempo que busca mi boca. Me besa con algo más de fuerza de lo habitual. Me encanta, a ver si al final sí lleva un chico malo dentro y solo he de sacarlo. Yo bajo la mano hasta acariciarlo por encima de la bragueta.

—Cris… —susurra cuando aprieto un poco.

No voy a conformarme con esto, así que le desabrocho el pantalón y él me empuja hasta que caemos sobre su cama. Ambos sabemos que va a ser algo rápido, para que no nos echen de menos. Y también silencioso, por si a mis suegros les da por buscarnos. Y, por supuesto, sin despeinarnos ni arrugar la ropa y evitar que nuestro aspecto nos delate. Aunque, sinceramente, bajar de nuevo a la fiesta con pinta de recién follada tiene su morbo.

—Siempre he querido hacer esto —dice mientras me besa el cuello.

Yo me subo más la falda y me quito las bragas. Luego me encargo de sus pantalones, que le bajo hasta debajo del culo, y Jeremiah enseguida me penetra.

No han sido necesarios los pasos intermedios, pues ya he mencionado que me ha gustado su sugerencia. A ver si se le ocurren más a menudo, que yo encantada.

Jeremiah se apoya en los brazos y me mira al tiempo que comienza a balancearse sobre mí. Lo hace con precisión.

Yo jadeo y alzo las caderas. Jeremiah sonríe y de nuevo vislumbro en él una pizca de chico malo. Me gusta que sea así. Quizá, después de todo, esta fiesta no va a ser tan mala.

Acelera el ritmo, ya no son embestidas lentas, sino rápidas, profundas. Me gusta, aunque necesito algo más para correrme. Así que comienzo a masturbarme y él frunce el cejo. Para distraerlo me muerdo el labio y lo miro a los ojos. Al hacerlo me doy cuenta de que, pese a ser azules, no son tan fríos como los de quien no debería aparecer en mi cabeza cada vez que follo con mi marido.

Pero es inevitable.

—Cris… —gime Jeremiah—. Cris…

Es bastante considerado a la hora del sexo, le gusta comprobar que yo me corro antes de hacerlo él, no obstante, le cuesta entender que solo con la penetración es complicado y que aunque tuviera una polla descomunal y se tirase tres cuartos de hora dale que te pego, yo difícilmente alcanzaría el clímax.



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